Por Elodia Hernández León
Artículo publicado en La Voz de la República
La valoración de la trayectoria de una figura tan relevante en el panorama de las ciencias sociales, como la de Boaventura de Sousa Santos, es todo un reto. Son muchas las producciones de este autor y también numerosos los trabajos que recogen y analizan su relevancia epistemológica. Unas y otros están disponibles al juicio del lector.
Por ello en el momento de escribir sobre su obra, más que compendiar sus méritos, prefiero trasmitirles una valoración contextualizada en el medio universitario desde mi propia percepción. El profesor Santos representa la universidad que imagino, una idea amplia, no restringida a lo puramente académico. Una universidad abierta que se preocupa por la formación humana, por la cultura crítica y el compromiso social universitario, que aspira a la igualdad y a la justicia social y que se encuentra a gran distancia de la institución reaccionaria con la que a menudo nos tropezamos. Un ideal de universidad cada vez más ausente en un medio gobernado por el neoliberalismo económico, en una institución que, lejos de transformase, pierde la capacidad de reacción ante los atropellos políticos censuradores, como está ocurriendo en pleno siglo XXI. Se extiende la idea absurda de una universidad apolítica, encerrada en la torre de marfil de lo puramente académico, como un eufemismo de lo que será una universidad presa de los poderes hegemónicos que ha perdido su propia razón de ser, la del pensamiento libre.
Expresa el profesor, por sus trabajos en todos los planos universitarios, esa esperanza que aún tengo, quizás por optimista o perseverante, en esta vieja institución. Una institución que es expresión de los contextos socioeconómicos en los que habita, pero también a la vez puede, y debe, desarrollar esa capacidad transformadora. La universidad tiene que ser pilar de cambio creativo.
Esa es mi idea de universidad y el profesor Boaventura de Sousa, en su amplia trayectoria, la encarna tejiendo coherentemente todo lo que la universidad puede ser. Ha contribuido al desarrollo del conocimiento de manera magistral; al crecimiento, a la apertura y a la renovación de la institución con gran empeño y ha estado acompañando a los movimientos sociales en su lucha por la justicia social. Su labor es destacable en todos los ámbitos en los que parcializamos la universidad: en la investigación y docencia, en la gestión y en la transferencia. Pero en su caso, los diferentes planos se tornan capas permeables comunicadas entre sí, como sólo es posible lograr por quien actúa desde un fuerte convencimiento capaz de sostener la labor de toda una vida.
En la dimensión de la investigación sus aportaciones alcanzan una amplia proyección y reconocimiento, sorteando la baja consideración de las disciplinas sociales en las jerarquías de valoración científica y en la relevancia que le conceden las políticas de regulación de la ciencia. Ocupar un lugar en el campo científico no es fácil, dada la distinta posición de salida para las trayectorias del área de las sociales, siempre expuestas a la sospecha de la falta de objetividad y de la utilidad que caracterizaría a las ciencias puras o exactas y tecnológicas; como si estas últimas se caracterizaran por una neutralidad que las mantuviera al margen de intereses políticos y no hubieran tenido relación alguna con las legitimidades que justifican guerras, genocidios, feminicidios, homofobias, desigualdades y otras vergüenzas de nuestra historia.
Aun teniendo en cuenta estas dificultades, Boaventura de Sousa Santos con sus investigaciones ha contribuido e impulsado el crecimiento de las ciencias sociales, elevándolas, haciéndolas emerger, dada la calidad de sus análisis y estudios que le han granjeado numerosos reconocimientos académicos (más de cuatro decenas) que declinamos enumerar. Y lo ha hecho con un enfoque multidisciplinar, desde los campos de la sociología del derecho, la sociología política, la epistemología y los estudios poscoloniales; para abordar en profundidad temáticas como los movimientos sociales, la globalización, la democracia participativa, la reforma del Estado y los derechos humanos, huyendo de los tristes encasillamientos disciplinares, actuando contra la fragmentación del pensamiento que tanto aqueja al panorama científico y que neutraliza el proyecto emancipatorio que una universidad renovada podría impulsar.
Este enfoque metodológico, integral y amplio, le ha permitido analizar los contextos contemporáneos sin despreciar la historia, tan ignorada en ocasiones en las ciencias sociales en pro de la ficción de una objetividad sincrónica. No solo es conocedor profundo de ésta, consciente de las ausencias en sus diferentes versiones hegemónicas y subalternas, sino que desarrolla un manejo amplio de las coordenadas espacio-temporales. Siendo un pensador versado en lo global, con proyección mundial, se preocupó por el conocimiento de las experiencias locales para contribuir a la emergencia de los grupos y pueblos excluidos por la inexistencia cognitiva.
Si la fragmentación teoría/práctica, que quiebra el necesario rigor en la producción del conocimiento, está presente en los contextos universitarios con más frecuencia de lo deseable, en el caso del profesor Boaventura, la imbricación entre una y otra son plenas. Los más sutiles desarrollos creativos de su portentosa imaginación, capaz de armar las teorías más complejas, acompañan a las experiencias sociales dialogando con ellas. De forma que lo más complejo se aprehende a la luz de lo vivido, de ahí la fuerza comunicativa de sus teorías que iluminan las zonas de umbría para un gran número de estudiantes, docentes y personal de investigación que, conocedores de la utilidad de sus aportaciones, acuden masivamente a escuchar y a dialogar con el profesor, colmatando las aulas y paraninfos como pocos pensadores y activistas de lo social logran.
A la lucidez del análisis experimentado se une, como un valor que explica la amplia proyección de sus aportaciones, la capacidad propositiva de ofrecer alternativas, de esbozar líneas de actuación necesarias para imaginar y construir otros futuros de utopías reales, que llenan las cabezas y los corazones de quienes están en la búsqueda de la justicia social. Se trata de política, claro, las ciencias no se producen al margen de ésta, pero en el profesor Boaventura, el impulso y la capacidad de implicación, acción y activismo devienen de las grandes propuestas de revolución y renovación epistémicas, como él mismo proclama: no hay justicia social sin justicia cognitiva.
Boaventura de Sousa sabe de su oficio, como buen artesano maneja todos los elementos implicados en la pieza de artesanía, moviéndose con gran maestría desde los cimientos. En el inicio se hizo las preguntas pertinentes de orden epistemológico, armando una crítica al proyecto moderno al desbrozar sus limitaciones internas. Para transcenderla a continuación, en pro del abordaje de los límites externos del conocimiento europeo, un pensamiento eurocéntrico que se imagina único y universal. Continúa con teorías innovadoras acerca de la descolonización del pensamiento, las sociologías de las ausencias y las sociologías de las emergencias, la ecología de saberes y las epistemologías del sur, componiendo la trayectoria del que, sin duda es, uno de los científicos más relevantes en el panorama de las ciencias sociales contemporáneas.
La obra de Santos descubre, como las figuras emergen en el papel fotográfico en la cubeta del revelado, el ser de grupos, clases y pueblos víctimas del capitalismo y del colonialismo. Pero este revelarse es en color y en primer plano, en plano de igualdad, en el encuentro. El sur, concepto geopolítico, no geográfico, emerge en sus obras desde el conocimiento de otras epistemologías, otros saberes y experiencias que rompen el monocultivo de la uniformidad cultural con la que se concibió la aldea global por parte del norte.
El reconocimiento de la pluralidad de epistemologías en el mundo, las llamadas al dialogo transcultural, con los sujetos, no objetos de estudio, encajan con la mirada antropológica, siendo su aportación fundamental en esta disciplina. Pero son muchos otros los campos de lo social en las que la obra del profesor resulta de calado, simiente transformadora. Veamos por ejemplo cómo define con sus propias palabras, desde su apuesta por la descolonización del conocimiento, la solidaridad, un concepto nuclear en el campo de la intervención social: “La solidaridad como forma de conocimiento es el reconocimiento del otro como igual, siempre que la diferencia le acarree inferioridad; y como diferente, siempre que la igualdad le ponga en riesgo la identidad” (Una Epistemología del Sur. La reinvención del Conocimiento y la Emancipación Social. 2009: 85). Imagino el comienzo del curso de estudiantes de Trabajo Social. Las conclusiones que podrían extraer al enfrentar estas líneas a los entendimientos de la solidaridad como caridad religiosa o desde el mercantilismo y utilitarismo (como un expresidente del gobierno de España declaró “una cosa es ser solidario y otra es serlo a cambio de nada” radio cope 23/06/2024)La reflexión a partir de la propuesta de Boaventura de Sousa Santos, provee de otros instrumentos epistémicos para repensar la acción social desde la igualdad y la diversidad cultural siendo fundamental en la formación de estos profesionales.
Las abundantes y relevantes aportaciones a la ciencia corren simultáneas con una activa labor de proyección social del conocimiento, esencial en la misión universitaria. Pero en el caso de Boaventura de Sousa, esta misión desborda los límites, es mucho más que transferencia académica regulada, más de lo esperable. Desde el comienzo ha trabajado ampliamente con los movimientos sociales, más allá de proporcionar un marco de análisis sobre su significación emancipatoria. Ha compartido activamente sus conocimientos, desde la apuesta por el diálogo interepistemológico, con los más significativos movimientos sociales del mundo. A partir de su participación en el Foro Social Mundial (Porto Alegre, Brasil) en 2003, propone la conformación de la Universidad Popular de los Movimientos Sociales (UPMS). Una universidad muy especial en la que se encuentran para autoformarse, compartiendo y dialogando, activistas de movimientos sociales, científicos sociales, investigadoras y artistas. Un proyecto paradigmático del ideal de universidad comprometida con la transformación social, que materializa las líneas propositivas lanzadas en sus teorías desde la apuesta por la descolonización del pensamiento a las epistemologías del sur, mostrando la coherencia entre teoría y práctica que hemos señalado y la permeabilidad entre las diferentes dimensiones del desempeño universitario.
Boaventura de Sousa Santos también ha dedicado sus esfuerzos a repensar sobre la universidad, a la crítica de una institución agotada y asfixiada por el peso de los parámetros del liberalismo económico, sin soslayar la necesaria implicación en el abordaje de la gestión universitaria. Imaginó un centro de estudios sociales--CES fundado en 1978-- dedicado a la producción dinámica de conocimiento, a la innovación investigadora en confluencia con la formación e innovación docentes. El Centro de Estudios Sociales logró la confluencia de apoyos financieros y humanos para crecer como un referente de reconocido prestigio a nivel internacional contribuyendo a la ubicación de la Universidad de Coimbra y de las ciencias sociales en el mapa. En su seno toman cuerpo proyectos como ALICE - Espejos extraños, lecciones imprevistas: definiendo para Europa una nueva forma de compartir las experiencias del mundo, financiado por el Consejo Europeo de Investigación (ERC), que logran visibilizar y materializar la revolución del pensamiento propuesta por Boaventura de Sousa Santos. Su buen saber y hacer definen también esa dimensión de gestión tan imprescindible como denostada en la universidad.
Como hemos señalado al inicio de estas líneas, siempre insuficientes para la valoración de tan abultada trayectoria, el profesor Santos encarna la universidad que imagino: centros de irradiación del pensamiento, democráticos, participativos, abiertos y al servicio de la sociedad. Instituciones renovadas que rompen con el elitismo y tienden la mano a otros saberes desde la disposición al intercambio, la interacción y el crecimiento mutuo. Una universidad en la que un nosotros cosmopolita fluye frente a los localismos e individualismos, una utopía quizás, pero realizable a tenor de lo conseguido en su trayectoria por el profesor, o mejor, maestro, Boaventura de Sousa Santos.
Claro está que un servidor público con capacidad de crítica y de ofrecer alternativas contrahegemónicas, puede ser peligroso. Sólo desde la valentía y el continuo esfuerzo de una mente prodigiosa gobernada por la más absoluta empatía y generosidad puede construirse una trayectoria como la suya. Esperemos seguir disfrutando con sus aportaciones por largo tiempo.
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