Ángeles Castaño Madroñal, Profesora de Antropología Social, Universidad de Sevilla
En 2018 me vi, por primera vez, en la tesitura de presentar un libro del profesor Boaventura de Sousa Santos en un acto de la propia editorial (Morata) en Madrid. En varias ocasiones después me he visto en contexto de hacer breves presentaciones del autor y su obra. Me han resultado siempre perturbadoras estas situaciones. Antecede a la idea de llevar a cabo el proceso compilador la impresión de esfuerzo casi imposible de conseguir sin provocar alguna ausencia imperdonable. ¿Cómo sintetizar sin disipar algún componente básico de la esencia en una obra prolija y exuberante donde nada sobra ni está de adorno?
Una obra procesualmente vital cuyo impulso desde el origen ha sido “ir”. Boaventura de Sousa Santos siempre ha estado yendo. A conocer, buscar, encontrar, desvelar, demostrar, descubrir, comprender, con la inquietud de traer, traducir y compartir lo hallado. He interpretado esto, mientras conocía más en 14 años de encuentro, resultado de su naturaleza primigenia, constituyente matriz en su ser humano, que he imaginado preexistente al performado que conlleva la experiencia misma de ser hecho académico. La iniciación en el oficio ministerial de la academia supone una transformación del ser, un forjado. Una alteración de difícil retorno donde, sin embargo, lo original, cuando se da, se debe probablemente a la persistencia de algún componente primigenio. Saberse distinto es diferente de sentirse desigual. El bautismo ministerial en los años 70 debió ser una experiencia imborrable en su persona. Los ibéricos podemos imaginarlo bien. Tenemos una huella cultural sociohistórica similar. Así que ha estado yendo sin parar en busca de alhajas para un horizonte colectivo construido entre todos para todos. Quizás por un anhelo arraigado en lo innato de que todo(-s) lo(-s) distinto(-s) sean singularidades en una fértil próspera sociedad. Cualquier persona que lo conozca bien sabe de ese ímpetu incombustible que lo mantiene en movimiento perpetuo. A estas impresiones desde su escritura se une la extraña coincidencia de cierta concordancia entre estatura y talla física con la anímica e intelectual. Y no es habitual. A su edad conserva esa concordancia atípica.
En esta nueva ocasión revivo la experiencia.
Es imposible que un pensador cuya apabullante trayectoria de reconocimientos públicos e institucionales corre enjaretada a la excelencia de su impresionante actividad creativa pueda considerarse un espejismo del azar. En las extrañas ocasiones en las que en una sociedad o grupo humano surge una figura sin par en su generación, no cabe duda de que la extensa sombra que proyecta pertenece a la solidez del organismo proyector. Por eso, cuando los gigantes son reconocidos también queda patente, en lo transgeneracional que tiene el presente, la extensa proyección hacia el futuro. Esta es una evidencia en este caso. Las sociedades tienen algo en su comportamiento de natural orgánico, en los procesos que se dan en la identificación de estos ejemplares fundamentales para el progreso del conjunto. En todas las culturas y sociedades, como en la nuestra propia, los rituales de consagración de los grandes seres tienen por objeto fundamental la identificación de los elementales creativos sin los cuales no es posible avanzar. Esta es la función antropológica de estos rituales ceremoniales que en el ámbito académico que nos ocupa equivale a identificar ejemplares productores de hitos del conocimiento sin cuya contribución no podrían vislumbrarse nuevas fronteras de la ciencia.
Recuerdo ahora, perfectamente, en el debate con el público asistente a aquel acto de la editorial, que señalé a instancias de algún participante, que consideraba que el pensamiento de Boaventura de Sousa Santos suponía para la antropología social y cultural – disciplina en la que me desempeño–, uno de los aportes, sino el más destacable, para su avance científico. La cuestión para mí es muy evidente, la interdisciplinariedad de su pensamiento y su producción termina por situar el reconocimiento de la diversidad creativa de los Pueblos y grupos humanos, y la inmaterialidad de los saberes específicos cultural y socialmente situados, en el centro de todo posible progreso para la Humanidad. Ello incluye, evidentemente, las luchas colectivas, puesto que en ellas el conocimiento y los saberes son tanto motor como consecuencia. De modo que el abstracto Humanidad, que tanto abunda en la retórica intelectual, deja de ser posible sin la especificidad y la diversidad de mundos que contiene a lo largo y ancho del Mundo que como especie hemos colonizado. Algo que desde las últimas décadas del siglo XX, al unísono del empuje global del neoliberalismo y los cantos de sus sirenas cibernéticas, la propia disciplina debida a ese objetivo fundacional ha ido dejando de proclamar y abanderar. Quiero decir, más allá de conciertos intereses nacionalistas que confunden la profundidad de un hecho que se encuentra bien encofrado en la obra de Boaventura de Sousa. De una forma destacable que supera la propia producción de la antropología contemporánea. Por eso, posiblemente, mientras para algunos es un reforzamiento para otros resulta un tanto difícil de encajar en una antropología de sacerdocio sin riesgos.
Revisando su trayectoria y algunas semblanzas que se encuentran en internet aparece destacado su oficio interdisciplinar. Sociología, Antropología, Sociología del derecho, Epistemologías, Politología, Historia, Filosofía, Economía, Educación y los llamados Estudios poscoloniales reconocen y se apropian de sus aportaciones en amplios debates de sus ámbitos. En el campo de la creatividad artística se le reconoce como poeta y rapero. Todo ello contribuye a una imagen transgresora de corsés, a cierto aroma de humanismo reservado en lo que auto-define como “pesimismo optimista”, que se completa con su autodidactismo esforzado por rebeldía a las fragmentaciones científicas.
Pocos académicos detentan en su currículum 23 investiduras de Doctor Honoris Causa en universidades prestigiosas de países de 3 continentes. Más de 20 premios y distinciones académicas en ámbitos culturales, artísticos y políticos nacionales e internacionales. Más de 34 proyectos internacionales de investigación dirigidos y más de 144 libros producidos de contenido científico que han sido traducidos en 6 lenguas diferentes. Decenas de artículos en revistas científicas. Cientos de artículos de prensa. Sigo sospechando que es posible que me esté dejando atrás datos importantes entre los que manejo.
Si atendemos a sus aportaciones al pensamiento contemporáneo se observa un proceso de maduración hacia el refinamiento que caracteriza el producto final de su obra: las Epistemologías del Sur.
Vestirse la toga con Os dereitos dos oprimidos a principios de los años 70 es un signo de fuego que augura el sitio de un faro que se alzará en el horizonte. La justicia cognitiva se fundirá con la justicia social en el descubrimiento de saberes sistemáticamente marginados e invisibilizados producidos por los habitantes de la favela Jacarezinho de Río de Janeiro. El espejo brasileño le acompañará para siempre. En el CIDOC (México) se impregna de la conciencia ecológica y la crítica al paradigma de progreso/desarrollo. Participa en la temprana creación en 1978 del Centro de Estudios Sociales (CES) de la Universidad de Coimbra, del que será director desde entonces hasta su nombramiento como director emérito en su jubilación. La inquietud por la transformación de la sociedad impresa en su emergente producción científica impregna y distinguirá el CES donde la innovación, los enfoques críticos sobre los desafíos sociales contemporáneos, la democratización del conocimiento, la revitalización de los derechos humanos y un sentido de la ciencia como bien público han forjado el prestigio de la institución.
Los años 80 engarzan su interés y dedicación a las luchas de los movimientos sociales en Brasil, donde en 1989 articula con investigaciones sobre el Presupuesto Participativo y la democracia participativa. El tercer milenio inaugura su activismo en el Foro Social Mundial, de donde surge la apuesta decisiva por la Universidad Popular de los Movimientos Sociales (UPMS) con decenas de oficinas desarrolladas en países de tres continentes. La coherencia entre su actividad intelectual y su activismo político ha consolidado una trayectoria y una labor científica excepcional. De ahí que su obra observada en su conjunto es una producción en permanente revisión de sus aportes, en ida y vuelta incesante entre la reflexión analítica y el contacto directo con el bullir de los colectivos en lucha. Implicándose en la búsqueda de alternativas viables para la construcción de otros mundos posibles poniendo en experimentación apuestas prácticas para las necesidades presentes de los participantes en la acción.
La colaboración en la formulación de las Constituciones de Bolivia y Ecuador deja su impronta en la defensa que promulgan de la plurinacionalidad y el derecho de la naturaleza. Pero a pesar del nivel de estas influencias, o precisamente por ellas, el autoritarismo que promueve el neoliberalismo aposentado en los gobiernos e instituciones de los Estados en una tendencia que parece mundializarse, degradando los derechos humanos, la democracia y la diversidad de vida del planeta en sentido amplio, el pensamiento de Boaventura de Sousa y su estrecha articulación con el activismo político y las luchas son amenazas para las posiciones de ultraderecha en muchos países en la UE, Europa, las Américas y África, donde en las últimas décadas se ha difundido su producción y su acción política.
En la comprensión de las paradojas de los presentes en quiebra, y de las formas que parece reforzar la línea abisal del patrón de dominación del capitalismo global, la perspectiva de las Epistemologías del Sur y su formulación teórico-metodológica de una doble sociología complementaria es una de las aportaciones más relevantes al pensamiento contemporáneo. Su sociología de las ausencias para desvelar y decodificar las formas de invisibilización y producción de inexistencias, y su sociología de las emergencias que refuerza y articula con las luchas sociales alternativas para la vida, embridan los saberes desperdiciados con los surgidos de las propias luchas por la existencia. Con ellas, su ecología de saberes como una racionalidad alternativa a la que el desarrollismo capitalista ha impuesto, propone un desarrollo equilibrado basado en la equidad, la distribución de la riqueza y la sostenibilidad.
Los pilares de su obra articulan en 3 ejes que se trenzan tanto en la reflexión teórica como en las propuestas de acción transformativa: la educación, el derecho y la producción de conocimiento. El compromiso con la educación como arma fundamental para la lucha y la liberación, con la justicia social y la democracia, y con la justicia cognitiva que necesariamente pasa por la descolonización del saber y de las universidades, entretejen la totalidad de su obra. Desvelando lo crucial de las instituciones en disputa por los intereses globales.
Si nos centramos en las universidades, como instituciones donde se trenzan, vemos el proceso en la propia línea del tiempo de sus escrituras. Entre la Democratización de la universidad (1975) y Descolonizar la Universidad: el desafío de la justicia cognitiva global (2021) encontramos los retos del proceso expansivo social de las universidades públicas hasta la transnacionalización y mercantilización del conocimiento. Estas producciones ilustran ese sistema revisionista permanente en la vigilancia y diagnóstico de la dinámica social que contiene su obra. La universidad es un bien público en disputa, reflejo de lo que ocurre con el propio Estado. Un problema que en realidad no es más que uno, en las disputas y luchas contrahegemónicas, puesto que se trata de un bien ligado al proyecto de nación. Por eso, su ecología de saberes y su noción de justicia cognitiva forma parte también de las propuestas alternativas y descolonizadoras para la universidad. Dado que las ecologías de saberes implican una revolución epistemológica en el seno de la universidad, y es en sí mismo un revulsivo contra el proyecto que pone el conocimiento producido al servicio del capitalismo global. Pues supone la apuesta de poner en diálogo el saber científico y los saberes legos que circulan en la sociedad.
Aunque la razón indolente en su razón de ser y existir, en todos los ámbitos y colectivos donde está instalada, tiende a tirar el niño con el agua de la bañera, tomando la parte por el todo y el todo por la parte, el nombre de Boaventura de Sousa Santos no puede ni podrá separarse de las Epistemologías del Sur. Del mismo modo que quien inventó la rueda para el servicio de todos, pudo cometer el error de no prever en principio el desgaste de rodamiento sobre los ejes de la carreta, esto no determinó que se prescindiera de ella.
Las Epistemologías del Sur es una corriente de pensamiento constitutiva de las ciencias sociales. Un sello en la sociología y las humanidades del siglo XXI.
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